Ayer comentaba yo a un buen amigo en Twitter que no
me atraía la poesía actual y me dijo que tal vez no tuviese el nivel intelectual
necesario para comprenderla, a lo que conteste que yo prefiero lo cercano, lo
humano lo que llega al corazón y tiene sentido para mi. Dicho esto cualquier
alma sensible no deja de sentir pasión por la poesía subjetiva, al igual que por
aquellos cuadros de tantos famosos pintores. La poesía deja de tener interés
cuando se vuelve abstracta, mística o trascendental al igual que los cuadros del
postmodernismo que los miras y no te dicen nada.
La bella ambigüedad de la poesía pierde su grandeza
cuando no comunica con el sentir de los que la leen, porque la poesía como todo
arte busca comunicar. Cuando esa poesía se refugia en lo abstracto o en lo
místico, rayando el absurdo, no llega a los lectores y pierde su
fuerza artística porque pierde el subjetivismo. Solo
el poeta que involucra con audacia un simbolismo y
refuerza su significado llega al lector. Recuerdo a
los grandes poetas (Machado, Lorca, J.R. Jiménez,
Miguel Hernández) que hacían vibrar el alma de todos
lo que los leían, porque reflejaba situaciones o
momentos históricos y auténticos. Bien es
cierto que el
poeta aunque suele vivir en un remanso de paz, en la
gran mayoría rezuman tristeza, refugiándose en la elegía
poética (cierta forma de ensoñación) como una forma
de quejarse, porque siente como a su alrededor se
ciernen hechos y situaciones que le hacen retraerse
en si mismo y ahondar en cierto pesimismo que le
invade de cierta amargura, refugiándose en el camino
lírico filosófico, dando sentido a su vida en la
utopía. Y sentido tendría cuando la expresión de la
poesía refleja el sentir humano, sus avatares
y acontecimientos del momento que se vive. Cuando la
poesía se pierde en conceptos abstractos, a veces
sin sentido, no llega a nadie, excepto a esas mentes
brillantes de un alto nivel intelectual donde lo humano trasciende a lo
espiritual o metafísico, pero en los tiempos que vivimos, esa concepción y
percepción de las cosas no es del común de los mortales y se supone que la
poesía debe llegar a todos, sobre todo al pueblo.